Paseo por la playa y me topo con un tapón de plástico. Nado en el mar y veo en el fondo una botella de plástico entre rocas.
¿Te suena? Si tienes la suerte de estar de vacaciones en algún lugar con playa, seguro que has visto esta imagen tan común.
Los océanos están invadidos por plástico. En las playas, en las rocas, flotando en el agua, en el fondo marino. Incluso los cuerpos y estómagos de las especies marinas, grandes y pequeñas, se están llenando de bolsas, tapones, pajitas y trocitos varios de plástico de mil colores.
La producción de plástico está fuera de control y no para de crecer, y ni el medio ambiente ni los océanos lo pueden digerir.
Cada vez somos más conscientes de que tenemos un problema. Y quizás por eso desde algunos lugares ya están empezando a llegar buenas noticias.
Reino Unido acaba de prohibir los microplásticos en los cosméticos: esas diminutas bolitas que se encuentran en exfoliantes, geles, pastas de dientes o cremas limpiadoras y que, al ser tan pequeñas, no pasan por el filtro de las depuradoras y van directamente a los cursos de agua y a los océanos, donde pasan a incorporarse a la cadena alimentaria.
Es el momento de que España se sume a la ola. Desde Greenpeace estamos trabajando para exigir a las autoridades que tomen medidas para reducir la producción de plásticos de un solo uso y favorecer su reutilización.