¿Sabías que el corazón de una ballena azul es del tamaño de un gorila? ¿Y que cada año las ballenas jorobadas migran 10.000 kilómetros hacia los lugares de alimentación de la Antártida (¡y viceversa!)?
Proteger el océano Antártico es sinónimo de proteger su increíble biodiversidad. Y no solo eso: un océano sano es una de las mejores defensas contra el cambio climático.
Mientras lees esto, una equipo de Greenpeace se encuentra en una expedición de tres meses en la Antártida realizando investigaciones científicas, incluidas inmersiones submarinas en el fondo del mar (¡hay tanta riqueza en corales aquí como en el Caribe!) y extracciones de muestras de la contaminación por plásticos. El objetivo: poner en evidencia la urgente necesidad de crear un Santuario Antártico de 1,8 millones de kilómetros cuadrados (más de 3 veces el tamaño de España) que salvaguarde el hogar de más de 9.000 especies únicas. ¿Nos ayudas de nuevo?
Una de esas especies, quizá la más querida, son los pingüinos. A pesar de su tierno aspecto, estos guerreros se han adaptado para lograr sobrevivir en las hostiles y remotas condiciones de la Antártida. Pero ahora se enfrentan a amenazas como el cambio climático, el retroceso del hielo marino y la pesca industrial de kril, que le roba la principal fuente de alimento a algunas de las especies más pequeñas. Si lo conseguimos, un Santuario prohibiría la explotación comercial en estas aguas y proporcionaría alivio para que las poblaciones de todas estas especies se recuperen.
Más de 900.000 personas ya han pedido la creación del área protegida más grande del planeta. Y tenemos una oportunidad histórica para hacerlo. En octubre de este año, la Comisión del Océano Antártico (de la que España forma parte) se reúne para debatir la posibilidad de proteger estas aguas y la vida que albergan. Pero el lobby de la industria pesquera y países como Estados Unidos o Rusia no pondrán fácil llegar a un acuerdo en contra de sus intereses.
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