La Amazonia está sufriendo uno de los mayores ataques en lo que llevamos de siglo: solo desde enero hasta agosto de este año, el número de incendios en la región aumentó en un 145% con respecto al mismo período en 2018. Es una emergencia.
La destrucción de la Amazonia significa perder ecosistemas y hábitats enteros y especies en peligro de extinción. Significa que las comunidades indígenas perderán sus tierras. Y significa que podríamos perder la lucha contra la crisis climática actual. Gran parte de lo que ya se ha quemado nunca podrá recuperarse.
Nuestros compañeros de Greenpeace Brasil están trabajando a contrarreloj: desde el corazón de la selva amazónica, con las comunidades indígenas con las que llevan años trabajando; sobrevolando la Amazonia, para documentar las extensísimas áreas que están ardiendo; y desde la capital, Brasilia, para tratar de revertir las agresivas políticas anti-ambientales de Bolsonaro que han permitido que esto suceda.
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Estos fuegos no son un accidente. Los incendios son una de las principales herramientas utilizadas para la deforestación: una vez que la industria maderera ha talado las maderas preciosas, los propietarios ganaderos y del sector de la soja queman la selva para seguir lucrándose con la Amazonia. Todo esto alentado por las políticas del presidente Bolsonaro.
Los ojos de todo el mundo están puestos en los pulmones del planeta: millones de personas en todo el mundo se han unido a la campaña para salvar la Amazonia y la movilización está funcionando: los líderes políticos han mostrado su preocupación, Europa amenaza con no firmar el acuerdo comercial UE-Mercosur y la presión internacional ha obligado a Bolsonaro a enviar al ejército a luchar contra las llamas.
Necesitamos tu apoyo para ayudar a frenar esta tragedia ambiental sin precedentes. Firma la petición y pide al Gobierno brasileño protección urgente para la Amazonia >>